domingo, 22 de julio de 2007

Diario de la des-esperanza

Acaba de despertarme el canto de la tropa que cada mañana pasa bajo mi ventana,
mi tiroteada ventana de la casa en Uige, en la hermosa Angola...

Siempre me resultó hermoso oir este coro de voces de militares,
de voces de hombres soldados, de voces de hombres cantando...
sin pensar ni un momento en lo que pudieran decir .
Probablemente cantaban sobre cómo dar muerte al enemigo, o sobre el orgullo de la guerra, o sobre el precio de la paz.

Y aunque hace ya diez años que no debería oir esos cantos al amanecer , no los pierdo de mi cabeza, los guardo con todos los matices de voces y colores musicales que tenían. Quizás me vinieron porque pienso en el nuevo acoso sobre Uige, el acoso del Marburg, que esta vez si que no entiende de bandos ni de ideologías.
Señor entregado para todos, para todos sin exclusión...

Envidiable que la actitud de los señores de la enfermedad (entes del microcosmos trajeados de virus, bacteria o parásito) sea tan abierta y tolerante ...los señores de la guerra, los señores de la tierra, qué cruelmente generosos son a veces...

Y como de golpe me asalta la imagen del niño de tres meses muerto hace unos dias en Tarifa tras su primer y último gran viaje por el estrecho, que huyendo de unos y otros señores de su desdicha, vino a caer en la que su madre le pretendía evitar...

Y sin quererlo veo al indito escuálido, de mirada triste y respirar forzado, que aguardaba paciente en su hogar de caña, la continua visita del señor más poderoso e implacable, el señor de la Miseria, el que todo lo consiente , el que todo lo permite, el que siempre deja paso al resto de los señores de la injusticia...

Y no llego ni a cerrar los ojos, cuando me encuentro frente a la esposa, la madre, la amiga, la hermana ...la sola.
Vestida con paño, con trenzas o djilaba,
con hijos a la espalda, o en el pecho, o en los brazos.
Con carga en la cabeza, o en la espalda, o en los brazos.
Con heridas en la espalda, o en los brazos .... o en el alma...
y que sigue, y a veces hasta canta, como canta la tropa que lucha sabiendo que cada día puede morir, y que aunque hoy no lo hizo, ya ha muerto un poco...

Y veo pasar por mi cabeza a todos los señores de lo injusto: los de la miseria, el hambre, la guerra, el desamparo, la marginación...y quiero pensar que algún día en alguna parte, les hicimos frente, los castigamos, machacamos, escupimos, estrangulamos, oprimimos, retorcimos, devastamos....y quiero creer, que en alguna ocasión, aunque solo fuera por un momento, lo logramos.

He cerrado los ojos unos segundos, y han pasado ante mí cientos de caras, sonrisas, momentos, instantes...y me aferro a ese recuerdo, y me empeño en quedarme con lo hermoso, y recordarle a la miseria y sus vasallos, que me niego a creer que ella pueda con todo.


Quizás hoy cambie la letra del himno de las tropas, y con él haga una nana para que descanse el niño que duerme en el estrecho. Y que vigile sus sueños el indito que ya no está tan flaco, ni tan triste, porque la madre-mujer lo arropa y él le besa la frente, y con ese beso ella siente, y se siente, menos sola.


Guatemala, mayo de 2005