domingo, 14 de octubre de 2007

CAMINANDO ENTRE ROTURAS

Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde…y eso es aplicable a las personas, cosas y hasta a los huesos rotos...
Y es que cuando se trata de romper, da igual lo que sea, siempre hay un antes que era íntegro y un después que termina dividido... o remendado.

Ahora que descubro mi bonita fractura de cadera después de un mes de deambular con la “libertad” que me otorgaba mi inconsciencia, y después de darme cuenta de cómo nos negamos a veces las realidades más dolorosas (y nunca mejor dicho), caigo en el hecho de todo lo que esto significa realmente en la vida de muchos de nosotros.

¿Cuántos de nosotros no nos hemos negado “in-cons-conscientemente” (porque hay inconsciencias que termino por no creerme mucho tampoco…) que nuestra relación ya no funcionaba, que estaba irresoluble y definitivamente rota?
¿Cuántas veces nos hemos engañado pretendiendo creer que manteníamos una confianza que ya estaba irremediablemente dividida?

Y es que las roturas pueden ser, al igual que las fracturas óseas, de muchas clases: completas- incompletas, desplazadas-no desplazadas, conminutas (es decir “echas pedazos”)-sencillas….pero lo que ocurre en todas ellas, es que aparece algo que antes no había: DISTANCIA entre dos trozos que supuestamente eran uno, DIVISÍÓN en lo que aparentemente era consistente…y lo del DOLOR y la CICATRIZ, pues como siempre…dependiendo del caso.

Pero lo que me llama la atención de muchas roturas-fracturas, es que juegan al escondite detrás de nuestra voluntad , pero de nuestra voluntad de engañar-engañarnos acerca de lo evidente: la propia ruptura-rotura-fractura…

Y es que como casi siempre, una atención a tiempo evita muchos males. Una fractura que se conoce pronto, puede ser tratada y evitar efectos indeseados…

¿Será por eso que todos andamos con secuelas de relaciones (amistosas, amorosas o familiares) anteriores?